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Los jueces brasileros quieren saber qué se siente


La Escuela Judicial del Tribunal Regional del Trabajo en Río de Janeiro, comenzó en 2017 un programa que invita a los jueces del distrito a realizar tareas que mejoren su empatía, y para lograrlo deben pasar un día en la piel de otros trabajadores. Los magistrados toman clases teóricas, un día de capacitación y luego trabajan durante un día como conserjes, barrenderos, operadores telefónicos, cobradores de cuentas, y ayudantes en general. La jueza laboral Adriana Leandro, de 50 años, formó parte de la idea trabajando como operadora de una sucursal bancaria, donde no había nadie que conociera su verdadera profesión. La magistrada recordó que allí “vio a una colega pasar 6 horas sin tomar un trago de agua. No porque alguien la detuviera, sino porque tenía mucho miedo de perder su trabajo“. El juez Mafra da Silva, no conocía la experiencia de levantarse todos los días a las 4:20 de la madrugada para ir a trabajar, como su colega Alexander Santos Pereira, de 44 años, quien es barrendero desde hace 10 años. Pero por un día experimentó lo que era pasar cinco horas trabajando bajo el sol ardiente, recogiendo vasos de plástico, restos de comida y colillas de cigarrillos en una playa, sin sombrero ni protector solar. Da Silva relató que sufrió un golpe de calor que incluso lo hizo vomitar, pero aun así al magistrado le pareció una experiencia importante y positiva. Marcelo Augusto, es el director de la Escuela, y sostiene que su principal preocupación al comenzar era respetar a las personas que hacen el trabajo real y evitar que se convierta en un "espectáculo". Incluso sostiene que es un proyecto que no es para todos los jueces, porque no es la mayoría la que quiere mejorar su empatía", y reflexiona que "este es un problema que tienen las personas con poder. Quien tiene poder rara vez está dispuesto a ser cuestionado, renunciar a algo de ese poder, o ejercerlo como si no lo tuviera", y agrega que “el poder es intoxicante". A pesar de la resistencia de muchos jueces, el proyecto se implementó ya que la escuela tiene autonomía. En el primer año, de 20 vacantes disponibles solo se cubrieron 12, pero en 2019 hubo 24 participantes, algunos incluso de otros estados.


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